Con la subida de la marea, hacia las diez y media de la mañana, se van acercando las embarcaciones de mayor calado al muelle de Barallobre, en Fene. Seis barcos de apoyo, tres auxiliares y diversas chalanas surcan la ría de Ferrol procedentes de diversos puntos de la provincia. Su objetivo no es otro que el de pasar la escoba a los fondos marinos.
«Eu pensei que empezarían polo peirao», dice un espontáneo con experiencia en otras campañas de limpieza. La jornada de ayer tenía otro tinte. Se trataba también de recoger la sorprendente cantidad de residuos que se acumulan en las zonas profundas y de las que apenas había testimonio más que en los raños de los mariscadores. «Ata din que pode haber un coche», espeta otro mirandas desde tierra firme mientras se alejan las embarcaciones de la costa con una quincena de buzos a bordo.
Ni tanto ni tan poco. Jose Luis Rodríguez, directivo de la entidad organizadora, la Asociación de Armadores de Artes Menores de Galicia, reconoce que «hai moitas cousas que non esperas que estean ahí». Latas, neumáticos, cables, cadenas, restos de aparejos de pesca y trozos de embarcaciones devoradas por el tiempo y por la propia naturaleza son los residuos más comunes. Pero también hay trozos de lavadoras, bicicletas antiguas... «e ata un carrito de bebé», apuntaba una colaboradora desde tierra.
«As veces bótannos a culpa aos pescadores, pero iso atestigua que é cousa de todos», sentencia Eva Calvo, también de la organización, mientras explica a un grupo de mariscadoras y voluntarios cómo recoger los residuos que traigan los equipos embarcados. «Ás veces veñen con ovos de choco ou con pequenos peixes. Iso hai que devolvelo ao mar», instruye.
El primero en llegar es el Santiago Apóstol, el barco de la cofradía de Barallobre. El alcalde, Iván Puentes, ayuda a arrastrar un pino de unos 30 metros encontrado en la boca de la ría.
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